Una vez, siendo pequeña, me
perdí en un centro comercial. Por fortuna, un grupo de señores mayores que se
encontraba en el lugar me cuidó hasta que mi mamá dio conmigo y, por su cara de
angustia al encontrarme, era notorio que ¡muchas cosas pasaron por su cabeza
durante esos minutos! Sin duda, para ella fue un gran alivio encontrarme con estos
abuelitos que me calmaron y acompañaron hasta que nos reunimos, pues la
historia pudo ser otra con un final menos feliz...
Foto cortesía de: Healthychildren.org |
El tema es que el mundo está
repleto de personas buenas (como aquellos viejitos), pero también tiene un gran
lote de personas que no lo son y, para resguardar a nuestros chiquitos de
posibles peligros, debemos hablarles sobre los extraños y cómo manejarse ante ellos.
Y es que, aunque como madres queramos estar siempre allí para protejerlos, no
somos omnipresentes. Por ello, lo mejor es enseñarles a ser precavidos cuando
estén solos.
En este sentido, en la web nos
topamos con un blog llamado “Preparados pero no asustados”, que precisamente se
dedica al tema y ofrece información útil que hoy compartimos. Su creadora,
Tricia Smith, propone que los padres hagamos unas sesiones caseras de
“seguridad y prevención de riesgos”, en las que informemos a nuestros hijos de
lo que deben cuidarse y cómo actuar ante ciertas situaciones que se les pueden
presentar en su cotidianidad.
Para comenzar, debemos explicarles
en palabras sencillas quién es un
extraño, ya que por su inocencia pudieran considerar que todo aquel que
les sonría o sea amable con ellos es su amigo. En este punto, algunas consideraciones
a resaltar son:
*Un extraño es alguien que no
conoces bien.
*Hay extraños en todas partes:
en el vecindario donde vivimos, en las tiendas, en la escuela.
*Incluso hay gente que ves con
frecuencia pero que en realidad no conoces bien; ellos son extraños. Por
ejemplo: el chofer del transporte escolar, el señor que vende helados en el
parque, etc.
*Muchos de esos extraños
probablemente será gente buena, pero otros puede que no lo sean. Estos últimos
pudieran hacerte daño o alejarte de mami y papi.
También son de mucha utilidad
algunas preguntas clave para que ellos mismos se hagan cuando alguien se les
acerque mientras están sin sus representantes:
¿Conozco el nombre de esta
persona?
¿Se dónde vive?
¿Mis papás conocen a esta
persona?
¿Confían en esa persona?
Recuérdales que la gente mala:
*No siempre luce como tal, así
que no deben fiarse por las apariencias.
*Pueden ser hombres, mujeres, jóvenes,
adultos o incluso ya mayores.
*Pueden usar ropas sucias y roídas
o estar muy bien vestidos. Aun así son extraños y hay que tener cuidado.
Foto cortesía de: Pinterest.com |
Una vez que nuestros niños hayan
comprendido la diferencia entre un conocido y un extraño, es hora de enseñarles
qué hacer ante ciertas situaciones que se les pudieran presentar. Para ello,
podemos hacer un cuadro como el que se muestra a continuación y pegarlo en un
lugar visible de la casa (como el refrigerador, por ejemplo). Agreguen tantos
escenarios como crean pertinentes al momento de hacer el suyo:
SI UN EXTRAÑO…
|
¿QUÉ HACER?
|
*Te ofrece dar una vuelta en
su carro
*Trata de tocarte
*Te ofrece regalos, dulces o
dinero
*Se acerca a hacerte preguntas
cuando estás solo o con tus amiguitos
|
Para cualquiera de las
opciones de la primera columna:
*Grita “no!”
*Corre a un lugar concurrido,
a casa o hacia donde alguien a quien conozcas bien
*Haz ruido. Los extraños malos
huyen cuando llamas la atención de los demás
*Avisa cuanto antes lo
ocurrido a tus padres, profesora, policía o a alguien que conozcas, de
acuerdo a donde estés
|
Ilustración cortesía de: Microbitacora.blogspot.com |
Hacer estas sesiones informativas en familia es muy importante pues resguardará a nuestros chicos de posibles peligros que inevitablemente existen cuando salen del hogar. Una excelente forma de introducir el tema en casa es apoyarse en el cuento de la “Caperucita Roja”, en el que el lobo feroz pretende lucir amistoso e inocente al principio, cuando en realidad su intención era comerse a la pobre Caperucita. Lean juntos la historia y a partir de ella profundicen en el tema, ofreciéndoles herramientas para mantenerse a salvo. Recuerden: el conocimiento es poder. ¡Éxito!
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