8 May · Malanie Fajre · No hay comentarios
Hablar de la aparición de determinadas conductas en los bebés tales como voltearse, gatear, caminar, hablar, control de esfínteres, entre otros; se ha vuelto un tema que más allá de despertar un interés en las madres trasciende a la preocupación por si lo está manifestando a la edad adecuada, si su manifestación temprana es un indicador de mayor potencial o si su ejecución un poco más tardía de lo esperado, indica algún retraso madurativo y del desarrollo en nuestro peque.
Si bien es cierto que existen teorías del desarrollo que establecen parámetros de aparición conductual a determinados renglones cronológicos y que estos están avalados por investigaciones rigurosas, generando así un discurso científico en el tema autorizado y aceptado universalmente; no es menos cierto, que la unicidad de cada ser humano relativiza estas teorías y por ello se hace imperante verlas desde un cristal más respetuoso y subjetivo (porque no somos objetos sino sujetos) que nos permita mirar a nuestros hijos como seres únicos e irrepetibles que no responden como máquinas, sino que se desarrollan fluidamente y en amor por el acompañamiento consciente que nosotros, sus adultos significativos, estamos dispuestos a ofrecerles.
En mi trabajo como docente del área de la Educación Especial, me he cruzado con un número importante de madres preocupadas porque algún especialista le ha indicado que su hijo no está manifestando alguna conducta en particular y que esa situación específica podría estar indicando algún retraso significativo en el desarrollo, algunos de esos casos luego se confirmaban con diagnósticos serios y confiables, otros (lamentablemente debo reconocer que muchos) fueron sólo suposiciones excesivamente alarmantes por algún profesional que desde una perspectiva científica rigurosamente apegada a una teoría del desarrollo, invisibiliza la unicidad del niño y le asigna etiquetas penalizadoras que no contribuyen al sano reconocimiento del desarrollo del bebé, exponiéndolo a él y a sus padres a situaciones estresantes y a la realización de exámenes médicos de alto riesgo de manera innecesaria.
Llegado a este punto más de una madre lectora debe estar haciéndose algunas preguntas como: entonces, a quién le creo? qué hago? cómo procedo?
Estas cuatro recomendaciones nos ayudarán a bajar los niveles de angustia sobre nuestros hijos, a tener expectativas más asertivas sobre su desarrollo y a tomar decisiones más efectivas y respetuosas. Recuerda siempre que tu hijo es único y eso, al final, es lo que realmente vale!
Lidmi Fuguet (@PeqEstrellitas)
Etiquetas: crianza, maternidad
Categoría: Bebés, Crianza, Maternidad, Niños/as, Pollito Inglés
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