16 Sep · Malanie Fajre · No hay comentarios
Cuando una madre enuncia esta frase generalmente viene acompañada de un conjunto de sentimientos que pueden reflejarse en una mirada materna llena de lágrimas, inquietudes y temores. Quienes ya hemos llevado a nuestros peques al maternal, sabemos lo duro que puede ser este paso, pero a la vez lo gratificante, experiencial y maravilloso que puede convertirse esta nueva etapa de nuestras vidas (tanto para mamá, como para bebé)
Yo, a pesar de ser maestra, eterna y profundamente convencida de las maravillas con las que mi Sabri se encontraría allí, además de la plena confianza que le tenía a mis colegas, al momento de entregarla a su maestra (Lucy, a quien siempre la tendré en mi recuerdo y le estaré agradecida), hacer las fotos rutinarias de registro de vida de mi nena y luego de cerrada la puerta del cole y de mi carro, rodaron incontables lágrimas por mi rostro, muchas de miedo, de angustia, de separación y otras más de profunda alegría al ver como mi hija crecía y aprendía.
Relato esta pequeña experiencia como una muestra de que estos sentimientos siempre están presentes y lo importante de todo, es que logremos conectar con ellos, sentirlos, vivirlos y entenderlos desde nuestra mirada como madre/adulto e intentar trasladarnos a los sentimientos desde la mirada de nuestro hijo/bebé con el objeto de poder darles el más adecuado y amoroso acompañamiento para que esta separación física se convierta en un crecimiento personal y emocional de la diada madre-hijo y no una sensación de rompimiento, abandono y frustración.
debemos tener la plena confianza en nosotras mismas por la decisión que hemos tomado de llevar a nuestros peques al maternal, sea por necesidades laborales, por convicción de bienestar para el bebé o por tener un poco de tiempo disponible para ti. Cualquier razón es legítima siempre y cuando estemos como madres y mujeres conectadas y convencidas de ello.
Algunas decidimos hacerlo cuando nuestro bebé tiene meses, otras cuando tiene ya algunos años, pero siempre las inquietudes están allí, es por ello importante estar convencidas de nuestras decisiones y tomar las previsiones necesarias para el bienestar de nuestros hijos y de nosotros como padres responsables.
Es relevante tener confianza en quienes le hemos otorgado la gran responsabilidad de cuidar y educar a nuestros hijos en un parte de la jornada diaria. Nosotras las madres tenemos una maravillosa intuición que nos ha permitido escoger el mejor lugar para nuestro bebé, tanto por su ubicación, infraestructura, calidad, actividades, alimentación, en fin el conjunto de servicios integrales que ofrece la institución educativa que hemos seleccionado. Seguro que para ello hemos consultado con amigas, hemos analizado sus experiencias y hay algunas que hasta nos hemos entrevistado con el director de la institución.
Sin embargo el temor sigue allí, ¿lo atenderán bien?, ¿lo dejarán llorando?, ¿se adaptará? Ante esto es importante saber que quien recibe a nuestro hijo es un profesional especializado en el campo de la atención y educación integral de los bebés, en la actualidad las tendencias pedagógicas en educación infantil giran hacia una atención integral, amorosa y respetuosa por lo que el uso de técnicas de condicionamiento conductual donde al niño “lo dejan llorando hasta que se acostumbre” es una práctica, gracias a Dios, casi en extinción.
Si estas condiciones se desarrollan de manera armónica, ten la plena seguridad que tu bebé se adaptará, los seres humanos estamos emocionalmente configurados para sentirnos bien en el espacio donde nos atienden y nos quieren, por supuesto que esto no quiere decir que nos dejarán de extrañar, pensar o necesitar, esto es una cierta y doble realidad. De aquí lo importante es que como madres establezcamos una relación fluida, de cordialidad y confianza con la maestra de esta manera podemos estar informadas del día a día de nuestro hijo y poder discriminar si sus llantos son por la hermosa sensación de extrañarnos o por otras cosas poco favorables como abandono o maltrato por parte de quienes lo cuidan, en estos casos la intuición materna siempre termina resultando el mejor indicador.
Debemos dejar de lado los sentimientos de culpa que puedan emerger de esta situación, ciertamente la maternidad nos cambia por completo, pero no por ello dejamos de ser personas, mujeres, profesionales y emprendedoras. Por esta razón es que la necesidad de llevar a nuestros hijos al maternal no debe ser vista como una irresponsabilidad, un abandono; es simplemente una necesidad indistintamente de la razón que la impulse y como tal debemos satisfacerla con sabiduría, en el momento oportuno, para sacarle el mayor provecho posible tanto para nuestros hijos como para nosotras como madres y mujeres.
Ciertamente esta situación es más fácil de comprender por nosotros los adultos que por los bebés, es por ello que a continuación ofreceré algunas recomendaciones para que esa separación sea lo más armoniosa posible, evitando en todo momento que no sea entendida como abandono y que la adaptación sea un proceso fluido:
Finalmente, espero que con estas líneas si bien sé que no van a lograr desaparecer todas las inquietudes, miedos ni lágrimas… tampoco es mi intención, espero que sean de gran utilidad para reencontrarnos con nosotras mismas y con nuestros bebés, reconozcamos, aprendamos y disfrutemos esta nueva etapa, en función de una vida más amorosa, saludable y de paz.
Lidmi Fuguet
Mamá de Sabrina
Profesora en Educación Especial – Dificultades de Aprendizaje
Magister en Lectura y Escritura
Doctora en Educación
Creadora de Pequeñas Estrellitas
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