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Mi adorada Julieta tiene ya 15 meses y es en este momento de nuestras vidas que nos tocó nuestra primera separación por
más de un día.
más de un día.
Comencé un nuevo trabajo este lunes 7 de febrero y tuve que viajar a Brasil toda a semana. Mi mayor preocupación: cómo manejar la separación de mi bebé, por ella y por mí.
Afortunadamente Julieta tiene una relación muy cercana con su Abuela Nena y es casi como si estuviera conmigo. Así que el desarrollo de estos días separadas parecem no haber tenido tanto impacto en ella (yo he llorado varias veces y la extraño mucho).
En ese pensar cómo manejar la separación se me ocurrió un día hablando con mi mamá por Skype (videoconferencia) pedirle que la pusiera ante la computadora para verla. No fue buena idea!! Su reacción fue llorar y llorar, y luego la mía también al ver que yo no había sido muy acertada en mi decisión y que le había causado esa tristeza. Ella ha estado muy bien, ha dormido y comido bien y la Nena se ha encargado de ella 24 horas y se ha esforzado por mantenerla distraída llevándola al parque y compartiendo con otros niños vecinos.
Hemos estado muy pendientes de ella, de sus emociones estos días para ver si había alguna reacción que nos indicara que nota la separación pero fue hasta hoy (día 5) en el que demuestra cierta tristeza o llanto fácil. Por eso, Nena ha estado aún más a cargo de hacerla sentir feliz co juegos y actividades especiales.
Mañana finalmente luego de 6 largos días nos reencontraremos nuevamente!!
Este proceso no ha sido fácil pero es posible sin descuidar la atención sobre los sentimientos y emociones de nuestros bebés.
A continuación un texto escrito por Laura Gutman y publicado en su Web acerca de las mamás que trabajan, se los recomiendo!!!
Maternar y trabajar
Solemos creer que maternidad y trabajo son incompatibles. Sin embargo no importa si
trabajamos o no. Importa saber si logramos fundirnos en las necesidades de los niños
pequeños en relación al contacto corporal, el cobijo, la lactancia, los brazos disponibles, la
mirada, la quietud y la presencia durante las horas que sí estamos en casa, incluyendo la
noche. Siempre es posible seguir trabajando, si es nuestro deseo o nuestra necesidad, sin
que el niño tenga que pagar los precios del abandono emocional. Con frecuencia utilizamos el trabajo como refugio y excusa perfecta para no someternos al vínculo fusional con los hijos. En cambio otras veces nos lanzamos a ese misterioso universo sin tiempo y sin bordes que es el contacto corporal permanente con los niños pequeños, sabiendo que esa hazaña es invisible a ojos de los demás, y que en ese territorio no recibiremos reconocimiento ni
apoyo.
El problema no es el trabajo. El problema es la vuelta a casa. Pensemos cuántos minutos por día le dedicamos -de verdad- a la satisfacción pura de nuestros hijos traducida en piel,
olor, leche, fluidos, abrazos y palabras llenas de sentido.
Cuando regresamos a casa, el niño que ya nos ha esperado con infinita paciencia siente que, ahora sí, ha llegado la hora de estar con mamá. A partir de ese momento merece ser
resarcido, colmado de caricias, tiempo, abrazos y sonrisas y también merece recibir
respuestas a sus reclamos legítimos ya que ha esperado estoicamente el regreso de su
madre. Si somos capaces de delegar todo lo demás una vez que hemos regresado a casa,
si comprendemos que no hay nada urgente más que nutrir a nuestro bebe de caricias y
leche, entonces el trabajo no será un obstáculo para el vínculo amoroso entre la madre y el
niño.
Laura Gutman
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